Me levanté una mañana de confinamiento con los ojos un poco hinchados, ojeras oscuras y la tez demasiado blanca. Muchas horas con las gafas puestas (que mal llevo ver cada vez peor), alguna lágrima de impotencia y falta de sueño, todo ello unido al madrugón y a varios días sin ver la luz del sol...pues, ¡qué esperabais...es lo que hay!
Así que el día no prometía mucho. Antes de recrearme en lo penoso de mi aspecto, me puse antiojeras y un poco de maquillaje, máscara de pestañas y colorete.
Al día siguiente el tema no fue a mejor, así que decidí entrar en acción. Con una artillería de tutoriales de Youtube (los hay para todo lo que busques) me puse manos a la obra con la operación "chapa y pintura". Me atreví con los barros para el pelo color canela que me había comprado online, seguí con el corte de flequillo y rematé con el corte de pelo completo, dividiendo la mata en varios mechones con gomas de colores, que en el vídeo aseguraban un estupendo corte a capas. Una mascarilla para la cara y mucha crema hidratante.
El proceso duró varios días y tampoco hizo milagros pero consiguió entretenerme y desviar la atención de mis ojeras al color panochillo que me había quedado, de mis ojos hinchado a la búsqueda de los trasquilones realizados con las tijeras de punta redonda, pero sobre todo me hizo pasar un buen rato.
Entonces El Maestro Mariño publica en sus redes que su canción de amor ha visto la luz. Dice que ha puesto música a un poema de Dalia Alonso titulado "Arrugas" y me pongo a investigar . Resulta que ha sido galardonado por unanimidad del jurado con el premio al "Mejor Poema del Mundo", que concede anualmente Ediciones Nobel coincidiendo con el Día Mundial de la Poesía. Ella, Dalia, una joven gijonesa de 24 años, es filóloga clásica, y actualmente realiza estudios de postgrado sobre literatura griega. Ha participado en publicaciones como las revistas Maremágnum, Estación Poesía y Anáfora, y en antologías como Voces Nuevas (Torremozas, 2018) y Vive la voz (Círculo Cultural de Valdediós, 2018).
Y leo el poema y todo cambia. Me miro en el espejo y empiezo a agradecer mis ojeras, porque son las huellas de mis miradas; valoro mis canas, ya tapadas o mejor, bien disimuladas, porque son el recuerdo de amorosos desvelos; bendigo mis arrugas porque son el contador de mis sonrisas. Sonrió y lo decido, hoy me atrevo, mi foto irá sin filtros, ni maquillaje, eso sí en blanco y negro, tampoco nos volvamos locos...
El poema parte de una cita de Suetonio en la que describe los últimos instantes de vida del emperador Augusto, del que se dice que murió en brazos de Livia, su esposa, pidiéndole que recordara su matrimonio mientras viviera.
Mi interpretación al leerlo y releerlo es que fue Livia la que podía haber escrito estos versos a sí misma, y por eso era para Augusto más su tacto que un cuerpo.
Arrugas
“repente in osculis Liviae et in hac voce defecit: Livia, nostri coniugii memor vive, ac vale!” Suetonio, Vita Caesarum
Ahora que declina el día y en tus ojos se echan a dormir suaves líneas de tierra lejana y playa, ahora que en torno a tus labios reposan sonrisas antiguas y del hogar los besos últimos de amor, ahora más que nunca te deseo: deseo tu sed, tu voz, tu tiempo, y tu cuerpo que ya es más tacto mío que cuerpo.
(De Dalia Alonso Secades, inédito)
Unos días después el maestro publicó su canción en manos de Marcos Suarez Fernandez y en voz de Beatriz Díaz, que aquí os dejo.
Gracias por este regalo Maestro. Canción de amor del Maestro Borja Mariño
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