Sus manos son expresión en movimiento,
las mías la buscan para entrelazar vidas.
Su cuerpo fuerte y flexible, su corazón frágil,
hacen al mío acelerar el latido cuando huyo de su miedo.
Su aparente equilibrio sobre las puntas,
ha dejado en mí el rastro de heridas tapadas con lazos de satén.
Sus ojos negros me miran sin verme rebosantes de tempestades,
mientras yo aparto de los míos las nubes que las provocan.
En vuelo se despide de mí desde su memoria,
su último aliento es ahora mi respirar.
Carmen L. Bruna
Que bonito¡