Hace tiempo que no os hablo de ninguna de mis Citas, pero las sigo teniendo. Empecé con ellas gracias a mi hermana y continuo ahora con más razón, desde que yo también me he convertido en "caminante". Y precisamente porque "camino" cuento menos. Nunca pensé que necesitaría tanto el silencio, incluso la soledad. La vida me brinda esta oportunidad y la voy a aprovechar.
Pero he decidido hacer una excepción, esta Cita pide a gritos ser contada y si llegáis hasta el final veréis como todo encaja.
Me tomé la tarde para mí. Ahora lo reconozco sin ningún complejo, sin ninguna culpa. No he venido a este mundo a sufrir siempre. El sufrimiento es útil cuando lo es, no cuando tú quieres que lo sea. Y puede que un día no tenga tiempo ni de mirarme al espejo, no es ningún drama, solo tengo que compensarlo con una Cita sin prisas y sin trampas. Así que salí con tiempo para disfrutar del camino y cuando llegué puse el teléfono en modo avión y me dejé querer. No hay mejor remedio para el alma que dejarse querer por alguien que te quiere. Y si además ese alguien es experto en mejorarte, en la medida de lo posible, por fuera, pues mucho mejor, jajaja...
Mi amiga Miriam es una valiente mujer emprendedora, ejemplo claro de que el que persigue sus sueños los hace realidad. Hace más de una año que creó SyB, nuestra foto es del día de la inauguración, pero sigue adelante con la misma ilusión. Sí, estos son tiempos difíciles para emprender, pero ella me recuerda cada día que no es imposible.
Tumbada en su camilla soñé con una mirada más amplia, menos limitada. Soñé con unas pestañas que la protegieran de la humedad de mis lágrimas. Me dejé llevar por su ilusión de probar conmigo nuevas técnicas para embellecer mi cara. Entre pulsos, palabras y colores consiguió también embellecer mi alma y dejarla libre para que susurrara.
Justo a tiempo y disfrazado de masaje japonés procuró el silencio y lo perfumó con olor a rosas, para que yo por fin consiguiera escucharla.
Cuando desperté todo era real. Gracias por Ser y por Estar.