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Foto del escritorC.L.Bruna

MIS CITAS CON EL ARTISTA. LA FIAMBRERA



La Fiambrera no es un café ni tampoco es una librería, pero es el lugar que os aconsejaría visitar si necesitáis pasar del gris al COLOR.

La Fiambrera Art Gallery es una galería de arte contemporáneo que representa y promociona a más de 20 artistas nacionales e internacionales a través de exposiciones periódicas. Cuenta con dos salas y desde su apertura en 2014, ha realizado más de 40 exposiciones de artistas de la talla de: Shag, Antonio de Felipe, Mariscal, Danny Fields, Sergio Mora, Sonia Pulido, Pool y Marianela, Ramon Maiden, Lasse Skarbovik entre muchos otros.

Hacía mucho tiempo que quería visitarla. A menudo consultaba sus exposiciones a través de la web y justo cuando me decidí a ir a ver la de Curro Suarez, cuya inauguración estaba programada para el 6 de marzo, nos confinaron. Por suerte la exposición tan solo se pospuso y por fin, en septiembre, pude contemplarla.

Esta galería de arte tan bonita y particular se encuentra en pleno centro de Madrid, en la calle del Pez número 7. Y mi Cita comienza nada más subirme al autobús, pues lo acontecido en el trayecto hasta llegar a mi destino no tiene desperdicio. Ya tenía agendados día y hora para esta visita cuando me surgió algo ineludible: un zoom con mis Wicked Witches, así que me conecté justo cuando el 133 bajaba, a la velocidad del rayo, por cierto, por Herrera Oria camino de la M30. Fue absolutamente genial, ver sus tres caritas en la pantalla del móvil haciéndome gestos, pues parecía que no me oían. Cuando por fin lo conseguí, que se me oyeran, digo, los sentados a mi alrededor fliparon...somos un grupo peculiar. Mis Wicked Witches son todo menos corrientes, son lo mejor, divertidas, creativas, amigas, de esas que sabes que, aunque no te veas demasiado vas a tener para siempre. Inés, Daniela y Chabela, hasta riman. Por separado son increíbles, pero no os podéis imaginar lo que sucede cuando se juntan.

Pero lo bueno viene ahora, al llegar a la última parada, justo cuando me estaba bajando del autobús, Inés reconoció, a través de la imagen que vio en mi teléfono, el lugar exacto en el que me encontraba. No era fácil pues estaba en la calle San Bernardo, casi esquina con la Gran Vía, pero donde era casi imposible identificar nada medianamente conocido. El caso es que yo seguí mi camino, Gran Vía arriba, con el móvil en la mano charlando con mis chicas. Pero claro me despisté y subí demasiado. Inés, por supuesto lo detectó y me fue dirigiendo, como si de la chica que pone voz al navegador se tratase, hasta casi la misma calle de mi destino. ¡¡Increíble!!

La visita la hice ya sin ellas, fue una pena, podríamos haberla compartido, pero tenían mucho que contarse así que las dejé tranquilas.

Os puedo confirmar que mis expectativas se cumplieron con creces. Os daréis cuenta nada más entrar. En la parte de arriba está la tienda, donde puedes adquirir cualquiera de las piezas de los artistas que exponen en ella. Es pequeña pero muy bien organizada y tan mona...Todo lo que venden es bonito y colorido.




Yo fui casi directa a la exposición para poder verla tranquila, ya petardearía después por la tienda. Me gustó todo, el lugar, con sus arquitos en ladrillo visto, la disposición de las piezas y por supuesto, la obra de Curro Suárez. Bajo el título Madrid D Paso, Madrid D Paseo, Curro reúne más de treinta obras originales en distintos formatos realizadas en tinta, rotuladores, gouache y acuarelas, que recogen un amplio abanico de vistas típicamente madrileñas.


Si queréis conocer algo más sobre el Artista, en el enlace que figura en el título de la exposición, tenéis incluso la interesante entrevista que concedió a la Fiambrera.

Y para acabar mi "Cita", lo que yo descubrí al verla:

Empecé en blanco y negro, reconociendo lugares, recordando incluso olores, y poco a poco, como si el autor se hubiera compinchado con el Universo, ese al que yo había pedido un poco de tregua, fue apareciendo el color. Primero con pequeñas pero intensas pinceladas de amarillo. Después se fue incorporando a las escenas el azul, llegando a hacer trío con el teja y el verde. El resto de colores iban apareciendo, unas veces emparejados, otras en solitario, unas veces de forma tímida y otras irrumpiendo con mucha más fuerza. Como mostrando varias versiones de sí mismo, pero sin confusión y siempre, siempre con presencia. Justo el mensaje que yo debía recibir.

Y por fin llegó el "a todo color", para enseñarme que, para apreciarlo de verdad, tuve que pasar primero por todas las fases. Distintas texturas y materiales para representar los mismos lugares, los de mi infancia.





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